Ese conocido que nunca he visto
No suelo hacer comentarios sobre "la interné" por varias razones que no voy a detallar. Sólo diré que casi todas son un poco ridículas, debo reconocerlo.
En mi caso particular he conocido gente a quien nunca he visto la cara, con quienes puedo interactuar. Tal es el caso de alguno de los enlaces que tengo a la derecha, por ejemplo el recientemente añadido Lippincott. No lo conozco, de hecho no sé si es hombre o mujer, no sé nada sobre ese personaje, pero leo su columna personal a veces y él lee la mía (probablemente con mayor frecuencia que yo la suya, cosa que cambiará don Lippincott). ¿Cómo llegó a mi blog? Ni idea.
¿Podemos entablar lazos de verdadera amistad con gente a quien no hemos visto nunca en persona? Yo creo que no. Puede que me equivoque, pero pienso que las relaciones entre las personas requieren contacto físico, contacto personal. Nunca nos detenemos a pensar en ello, pero no nos comunicamos sólo con palabras o gestos, también nos comunicamos con los sonidos que emitimos, con nuestro aspecto, con el ritmo que usamos al hablar, con muchas cosas que son, afortunadamente, irreproducibles. Esa marca personal que tiene cada ser humano sólo puede percibirse en persona, cara a cara.
¿Entonces Internet no sirve? Por el contrario, es una excelente vía de comunicación para luego poder relacionarnos personalmente. Pero considero que es sólo el comienzo, nunca el fin. El hecho de contar con herramientas rápidas de comunicación, como el correo electrónico, las páginas personales, las fotos, los vídeos, no deben ser motivo para dejar de vernos en persona. Tenemos que hacer el esfuerzo de encontrarnos para disfrutar de nuestra presencia. Los medios electrónicos están bien para transmitir información concreta, pero no para compartir emociones.
Ya estoy cayendo en el tópico. Dejo de hablar. Perdón, de escribir.
Un abrazo,
Fede